Debemos estar claros: una lluvia o un río no significan desastres
a menos que construyamos vulnerabilidades en su entorno.
La semana pasada publicamos un primer grupo de conceptos claves en el área de la gestión de riesgos socionaturales y tecnológicos que consideramos básicos para entender de qué va este tema que cada día logra una mayor atención de autoridades y comunidades. Así como algunos grupos organizados de Mérida los han incorporado a su práctica (como Vecinos por el Ambiente en La Mucuy Baja), ¿qué tal si también los reconocemos, entendemos y aplicamos?
Para
comprender de qué trata la gestión de riesgos, esta vez nos apoyaremos en la
didáctica y esclarecedora explicación que da Gustavo
Wilches
–Chaux, un apasionado de la comunicación en gestión de riesgos. Este texto es
sólo parte de su libro “Auge, caída y
levantada de Felipe Pinillo mecánico y soldador o yo voy a correr el riesgo”,
Guía
de la Red para la Gestión Local del Riesgo. Leamos:
“…Cuando
hablamos de desastres, nos estamos refiriendo a sucesos y procesos ya
ocurridos, sobre los cuales la intervención posible es básicamente curativa y que
de una u otra manera resultan "excepcionales" frente al curso normal
de la vida de una comunidad, así las condiciones necesarias para que éstos se
produzcan estén íntimamente trenzadas con las características de esa comunidad
y de su entorno natural y cultural.
En
cambio cuando hablamos de gestión del riesgo, tal y como la entenderemos a lo largo
de este texto, estamos hablando de la capacidad de la comunidad para transformar
precisamente esas condiciones causales antes de que ocurra un desastre.
Los
riesgos, lo veremos más adelante, surgen de la confluencia en una misma comunidad
de dos ingredientes: una amenaza y unas condiciones de vulnerabilidad. La amenaza
y la vulnerabilidad son como una bomba y una mecha, que de manera
separada
no representan riesgo alguno, pero que al juntarse se convierten en la posibilidad
de que se presente un desastre.
La
gestión del riesgo parte del reconocimiento de que de llegarse a juntar la
bomba con la mecha, se pueden producir una serie de efectos destructivos sobre
la comunidad y su entorno (efectos que, al producirse, constituirían el desastre),
y de calcular cualitativa y cuantitativamente esos efectos, con el objeto de
evitarlos, y actuando sobre las causas que los producen.
La
Tierra es un organismo vivo, dinámico y cambiante, sujeto a todo tipo de transformaciones
"orgánicas", algunas de expresiones súbitas y "violentas",
otras graduales y a veces imperceptibles desde la vida cotidiana. Asimismo, la
comunidad humana, como parte que es de la naturaleza, es también dinámica y
cambiante.
La
interacción entre los dos ritmos de cambio, el de la naturaleza y el de la
comunidad, puede ser armónica y constructiva, como puede también tener
consecuencias destructivas. Es entonces cuando se producen los desastres.
Ambas
dinámicas estarán siempre presentes en el proceso de desarrollo de la sociedad humana
sobre el planeta Tierra. Dada la capacidad transformadora que ha alcanzado la cultura,
existirá siempre la posibilidad de que uno y otro proceso se desfasen (lo cual equivale
a que se junten la bomba y la mecha), lo cual conducirá a la aparición o agudización
de mutuos riesgos (riesgos para la comunidad y riesgos para los ecosistemas).
En
una u otra forma los riesgos estarán siempre allí, y de nuestra habilidad para actuar
sobre sus componentes dependerá que éstos no se conviertan en desastres.
Sobre los escenarios
Al espacio y al tiempo en donde esos dos elementos del riesgo (las amenazas y los factores de vulnerabilidad; la bomba y la mecha) confluyen e interactúan, y a las posibles consecuencias de esta interacción, vamos a darles el nombre de escenarios de riesgo.