domingo, 30 de marzo de 2014

El saber ancestral sigue siendo útil como instrumento de prevención

Las sequías, heladas y granizadas azotan las montañas bolivianas mientras que inundan las tierras bajas, lo que genera pérdidas anuales que superan los 150 millones de dólares, según cifras oficiales. Los aportes culturales se congenian con  la tecnología  para intentar entender un clima cambiante   y  que impone  fuertes desafíos.




Durante siglos, los agricultores de Cutusuma, Bolivia, un frágil ecosistema, andino han observado el comportamiento de plantas y animales para saber qué cultivos sembrar y cuándo.
Cada 18 de marzo, por ejemplo, el agricultor Francisco Condori observa la dirección del viento y las nubes. Si es ventarrón y viene del este, habrá helada; si es viento suave, se atrasará la helada. Si al final del verano los juncos lucen secos, quiere decir que se viene una sequía.
Pero dado que el comportamiento del clima es cada vez más errático, hecho que los científicos atribuyen al calentamiento global, estos métodos ancestrales son cada vez menos fiables y podrían arruinar los cultivos.
Aun así, los agricultores locales confían en esas señales y algunos como Condori las complementan con instrumentos meteorológicos. Incluso, el gobierno está recuperando esos saberes ancestrales en un país que no cuenta con suficientes estaciones meteorológicas y ha incorporado las observaciones al sistema integral de información agroclimática.
"Me guío por esos indicadores naturales y me está yendo bien", dice Condori. Para comprobarlo, basta ver los rebosantes cultivos de papa en floración que pintan de verde el paisaje del altiplano a orillas del lago Titicaca, cerca de La Paz.
La comunidad, además, hace ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) para calmar la ira del clima y pedir por una buena producción.
En el altiplano y los valles andinos la agricultura todavía es tradicional. Los campesinos surcan la tierra con bueyes, algunos con tractor para cultivar papa, quinua y haba para el mercado local. Las sequías, heladas y granizadas azotan la montaña mientras que inundan las tierras bajas, lo que genera pérdidas anuales que superan los 150 millones de dólares, según cifras oficiales.
Científicos que estudian los efectos del cambio climático sobre el comportamiento animal dicen que está alterando los patrones de hibernación y migración, y obliga a algunos animales a moverse a zonas de mayor altitud porque sus hábitats tradicionales se han calentado.

El ritual se impone

Cada 3 de mayo, Condori escudriña en el cielo la Cruz del Sur: si aparece luminosa y en el mismo sitio del año previo, iniciará la siembra en el mismo mes y en la misma parcela del año anterior. Si no aparece la constelación, será mejor cultivar otro lugar, dice.
En septiembre observa dónde anida un ave plomiza llamada leque leque. Si pone huevos en la cresta del surco habrá lluvia, pero si empolla en la ranura baja será un año seco. Por las manchas en el huevo, Condori cree adivinar si será mejor sembrar papa o quinua. "Las manchas grandes son para la papa, los puntitos pequeños son quinua", asegura.
Pero el comportamiento del ave se ha vuelto errático. Unas empollan encima, otros debajo. Quiere decir, según Condori, que al iniciar la siembra habrá lluvia y que después se perderá.
Más sorprendente es el qiri qiri, un pequeño pájaro de la familia de los cernícalos, que anida en juncos a orillas del Titicaca. Por la altura del nido los campesinos predicen cuántos centímetros crecerá el lago y si habrá mucha o poca lluvia.
"Para este año construyó el nido a 40 centímetros del nivel del lago, pero después lo deshizo, subió a 50 y cuando estaba por terminar otra vez deshizo el nido y finalmente subió a 75 centímetros. Sabíamos que llovería bastante", afirma Condori.
Si las lluvias se anuncian abundantes, sembrarán papa, si se anticipa seco optarán por quinua, que requiere menos agua y usarán bosta como abono para que actúe como esponja y retenga la humedad.
Para dar mayor certeza a sus pronósticos, combinan varios indicadores y comparten sus observaciones con comunidades vecinas antes de planear la próxima siembra. / Autor: Carlos Valdez /Agencia  AP

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