El
fuego que la semana pasada asoló a la región de Valparaíso (centro-oeste), ha
sido el peor en la historia de esta ciudad. Las llamas dejaron 15 muertos, 2
mil 900 casas destruidas, 12 mil 500 familias damnificadas y una superficie
quemada de más de mil 70 hectáreas. La ayuda humanitaria excedió la capacidad de su manejo eficiente.
Valparaíso, ciudad Patrimonio de la
Humanidad arrasada parcialmente por voraces incendios, debió devolver camiones
con provisiones para afectados y dosificar la ayuda de miles de estudiantes que
se lanzaron en masa a despejar los escombros.
Un comunicado naval dijo que las bodegas,
“cuentan ya con gran cantidad de alimentos y ropa, y no les es posible recibir
más ayuda”, y que en Valparaíso “sólo se permitirá el ingreso de vehículos que
vengan con materiales de construcción”. El Estado ya entregó mil 500 toneladas
de ayuda.
Miles de jóvenes trabajan durante
extenuantes horas desde la semana pasada y ya despejaron los escombros que por
las noches son recogidos por camiones. Ya hay terrenos listos para que se
levanten las primeras casas de emergencia, de 18 metros cuadrados, donde miles
de familias deberán pasar el invierno.
La solidaridad de los chilenos, que emerge
cada vez que hay catástrofes, frente al incendio que afectó hace una semana a
Valparaíso, a unos 120 kilómetros al noroeste, en esta ocasión se sobrepasó a
sí misma.
Lo vivido por el puerto, fue descrito el
domingo por el vocero oficial, ministro Alvaro Elizalde, “como el incendio
urbano más grande de nuestra historia”.
Advirtió que se relocalizará a quienes
vivían en lugares peligrosos, ofreciéndoles alternativas que puedan aceptar.
Elizalde afirmó que deben terminar las
viviendas en zonas peligrosas, que reflejan que Chile, “es un país
profundamente desigual” y que se crearán “las condiciones para que los frutos
del progreso lleguen a todos”.
De cerro en
cerro
Los incendios forestales, impulsados por
los vientos, saltaron de cerro en cerro y arrasaron más de una decena de las 42
colinas que rodean unos pocos kilómetros de calles planas que corren a lo largo
del mar, mataron 15 personas, incineraron 2 mil 900 viviendas de sectores
pobres y de clase media, y dejaron 12 mil 500 damnificados. Las cifras
aumentarán porque en algunos sitios había más de una familia y en algunas casas
vivían más de un grupo familiar.
El gobierno de la presidenta Michelle
Bachelet dictó el estado de excepción de catástrofe, que permitió mover dineros
sin burocracia y dejó el cuidado y seguridad de los ciudadanos en manos de la
policía y la armada.
La tragedia en parte se debe a que por décadas
los gobiernos comunales dejaron florecer casas de material ligero entre los
bosques y en las quebradas, cuyos fondos estaban convertidos en basurero, sin
agua potable ni alcantarillado, apenas con electricidad.
Otro más
El nuevo incendio que se declaró el pasado viernes
en la comuna de Santo Domingo, a unos 100 kilómetros al sur de Valparaíso,
seguía este fin de semana santo activo con varios focos, tras haber consumido
más de 200 hectáreas, informó la Confederación Nacional Forestal (CONAF) de
Chile.
Un total de 13 helicópteros, dos aviones
Dromader y brigadas de bomberos y del CONAF llegados de varios puntos del país
luchaban para que el incendio, que ya ha arrasado 200 hectáreas de pastizal y
matorral, no llegara a las casas ubicadas en la cercanía del cruce La
Manga-Bucalemu, en la comuna de Santo Domingo. / AP / www.lapatilla.com
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