Un aspecto de una reciente reunión en la que el alcalde de Mérida, Carlos García, buscó la orientación de un grupo de expertos de la ULA.
Rumbo a las
tres semanas de constantes temblores (el mayor, por suerte hasta ahora, de
magnitud 5.1) los merideños intentan convertir temores en acciones. La
Gobernación, las alcaldías involucradas en la zona de la actividad telúrica, la
iglesia, la Universidad de Los Andes, entre otros actores, organizan charlas,
debates y otras acciones para saber qué hacer. Es que el sismo nos movió el
piso de la participación.
Adelfo Solarte
adelfo.solarte@gmail.com
Desde
que aquella madruga del 7 de noviembre la falla de Boconó decidiera acomodarse
en las pétreas profundidades andinas, los merideños no han tenido sosiego.
Ese
7 de noviembre, a las 2:30am, cuando la mayor parte de la población dormía, la
dinámica telúrica soltó un bostezo de magnitud 5.1 que trastocó el sueño
merideño y generó una importante cantidad de sismos, varios mayores a magnitud
4.
Han
pasado hasta ahora casi tres semanas y las réplicas (o en todo caso la totalidad de los
temblores registrados por encima de magnitud 2.5), superan los 400.
La
situación ha activado la movilización de entes como la Fundación Venezolana de
Investigaciones Sismológicas (Funvisis), desde su presidenta, Aura Fernández,
hasta varios de sus más connotados sismólogos. A coro, han pedido calma a los
merideños, ya que este escenario, si bien
de una inusual actividad, es natural en la dinámica tectónica del
planeta y en especial de los andes, es decir: lo que ocurre está en consonancia
con el historial sísmico de la región.
Saber y hacer
Pero
mientras los expertos buscan encontrar las claves de lo que quiere decir esta
vez la falla de Boconó, quien es la protagonista geológica de todo esta batería
de sismos, instituciones, políticos, autoridades, expertos, medios, gremios y
otros sectores, parecen reconocer que el tema es de tal magnitud (literalmente)
que debe ser abordado.
El
alcalde del municipio Libertador, Carlos García, junto al alcalde Campo Elías,
Omar Lares, afirmaron el pasado martes
17 de noviembre, que estaban ganados para apoyar la creación de una Comisión
que se encargue de sugerirles acciones concretas para operar en medio de este
escenario.
A
la sazón, el sismólogo Raúl Estévez, convertido en asediada voz mediática,
recordó que hay dos caminos para actuar: la reacción, necesaria en esta
situación, y la prevención, palabra que implica más que prepararse y que busca,
al menos de parte de las autoridades, ser reconocida como una política que
incide en la forma cómo actuar sobre el territorio.
Además
de los alcaldes, organismos como el Centro de Investigación en Gestión Integral
de Riesgos (Cigir), el Centro de Investigación de la Vivienda y el Habitat
(Civha), la Asociación Civil Comunicadores por la Gestión del Riesgos
(ComRies), el Centro de Ingenieros de Mérida, el Instituto de Geografía de la
ULA, la Facultad de Ingeniería, entre
otras organizaciones, se han sumado para organizar foros charlas y actividades
de reflexión que incluyen escenarios como canchas, centros culturales y hasta
iglesias.
Para
Alejandro Liñayo, presidente del Cigir, es bien sabido que los eventos mueven a
la preocupación y que, no sólo en Venezuela sino en muchas partes del mundo,
han propiciado acciones concretas desde el punto de vista de la creación de
instituciones, leyes, organizaciones y
en acciones que ayudan a madurar el tema de fondo que es la gestión de riesgos
ante desastres.
“De
vez en cuando necesitamos estos recordatorios. La idea es aterrizar los temores
en acciones puntuales que nos ayuden a avanzar en la construcción de ciudades
seguras y eso pasa por ejercer políticas públicas centradas en la
sostenibilidad”, remató Liñayo a manera de consejo.
Más
de 120 personas se reunieron en el Centro de Ingenieros en torno al tema del
momento: la intensa actividad sísmica.
El auditorio de la Facultad de Ingeniería de la ULA no dio abasto este martes 24 de noviembre para recibir a los interesados en acceder a información sobre la actual tormenta sísmica.