Un grupo de personas reunidas en la calle luego del sismo del martes 10 de marzo en Colombia. La
participación de los ciudadanos tras el sismo se volcó a las redes sociales. En
algunos casos muchos mensajes creaban más angustias y zozobra, según advirtieron las autoridades.
Colombia
tiene un sistema de prevención y atención de desastres cada vez más robusto,
pero le falta mejorar sus comunicaciones. Así resume la situación en este campo
Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo
de Desastres (Ungrd), quien lideró la respuesta al sismo del pasado martes, que
sacudió a 17 departamentos de Colombia.
Márquez
destaca la creación de la Ungrd, que hizo que el manejo de las amenazas
naturales sea responsabilidad de un organismo de carácter nacional (que le
reporta directamente a la Presidencia de la República) y no de una pequeña
oficina del Ministerio del Interior.
“Eso
nos ha empoderado, porque podemos organizar con eficacia los consejos
municipales y departamentales de gestión del riesgo y el trabajo de la Cruz
Roja, la Defensa Civil, la Policía y el Ejército, que lideran la asistencia.
Eso ha sido clave para ganar en coordinación”, dice el funcionario.
Este
nuevo enfoque comenzó a tomar forma tras las inundaciones del 2010 y del 2011
–por la influencia de La Niña–, uno de los peores desastres naturales de la
historia de Colombia, que dejó pérdidas por casi 11 billones de pesos y 4
millones de damnificados.
Márquez
reconoce que una de las debilidades es la limitación de las comunicaciones, que
no cubren todo el país y se saturan con facilidad. A esto se suma la creencia
de muchos de que la prevención y la atención son responsabilidad del Estado.
Está
demostrado que gran parte del éxito de la respuesta a un evento de gravedad radica
en la participación de la comunidad. En ese sentido, las redes sociales son una
gran herramienta de comunicación. Sin embargo, se usan con ligereza. “El
martes, muchos tuiteros y usuarios de Facebook usaron la red para crear pánico.
Sin fundamento, decían que habría réplicas, que temblaría otra vez, cuando ni
la tecnología más avanzada puede predecir un terremoto. Eso es condenable y
sería castigado de manera ejemplar en países desarrollados”, denuncia el
funcionario.
Pese
a este uso inadecuado, plataformas como Facebook y Twitter resultaron óptimas
para enviar reportes a familiares y amigos, en reemplazo de las llamadas
telefónicas o vía celular, que colapsaron después del sismo. / Información
tomada a partir de www.eltiempo.com
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