En Venezuela no tenemos una cifra o relación estadística que indique hasta qué
punto la deforestación incide en la ocurrencia de desastres. Lo que sí parece
estar clara es la relación entre estas dos variables a tal punto que en países
como Bolivia se estiman que la mayoría de los eventos que terminaron en
tragedia, estuvieron motivados por la tala indiscriminada.
Derrumbes, inundaciones, sequías, vientos
huracanados y un sin fin de desastres provocaron el pánico de la población
boliviana en todas sus regiones. Innumerables respuestas surgen para explicar
los fenómenos: “Castigo de
Dios”, “Continúa el fenómeno de La Niña”, “Se acerca el 2012”, “Es el descuido
de las autoridades”, y “La basura” son algunas de las respuestas que surgen
entre la población.
“El 70 por ciento de los desastres son
atribuibles a la deforestación de bosques y áreas verdes; el restante 30 por
ciento a la contaminación de vehículos, empresas y otros”, explica el director
de Recursos Naturales, Medio Ambiente y Agua de la Gobernación de Cochabamba,
Zenón Miranda.
En Bolivia, más de mil hectáreas de bosques
por día, y alrededor de trescientas mil al año son deforestadas, según el
informe de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra
(ABT).
“Las consecuencias vienen en cadena, las
cifras reveladas por la ABT revelan un gravísimo desequilibrio en el
ecosistema”, acotó Miranda.
La ampliación de la frontera agrícola, los
chaqueos, incendios forestales, la sobreexplotación de especies maderables, y
la construcción de caminos son los principales factores para la pérdida de la
reserva forestal.
En las laderas, la pérdida de masa boscosa
reduce y elimina la infiltración del agua para alimentar las fuentes naturales
de agua dulce, asimismo provoca que el caudal corra con mayor violencia
ocasionando la pérdida de nutrientes y el arrastre de toda la capa cultivable.
“Siempre llovía fuerte, pero el río nunca
crecía tanto y tampoco provocaba tanta desgracia”, cuestiona la concejal de
Villa Tunari, Eusebia Fernández. El arrastre de estas capas de tierra aumentan
la bravura de los ríos provocando los desbordes e inundaciones que afectan a
las viviendas, cultivos y ganado, según la explicación de Miranda.
En las quebradas y riveras de los ríos, las
comunidades rurales acostumbraban plantar árboles como el sauce, el molle y la
qewiña para crear defensivos naturales y evitar el desborde o los
desmoronamientos. “Estas prácticas se están perdiendo porque la gente ya no
trabaja, antes cada familia tomaba sus previsiones o se organizaba a nivel
comunal. Ahora sólo esperan que las autoridades hagan todo”, reprocha el
agrónomo, Orlando Zambrana.
Los árboles servían además, de cortina
rompevientos, su eliminación ha deribado en la aparición de un nuevo fenómeno
que aqueja al Trópico, los vientos huracanados.
La absorción del dióxido de carbono en el
aire, es otra de las principales funciones para evitar el daño en al capa de
ozono y las afecciones a la salud. “Si no hay absorción del dióxido de carbono,
el daño a la capa de ozono se agrava, con ello el calentamiento global, y
provoca el deshielo y consecuentemente la escaséz de agua”, explica Miranda.
Publicado originalmente en el sitio web: www.opinion.com.bo
No hay comentarios:
Publicar un comentario