En preparación de la tercera Conferencia Mundial de la ONU sobre la Reducción
del Riesgo de Desastres, que se celebrará en Japón en marzo de 2015, la
Declaración de Bangkok llamó a los gobiernos y las partes interesadas a mejorar
la capacidad de recuperación a nivel local mediante la institucionalización de
las estrategias de comunitarias integradas al desarrollo.
La institucionalización de las estrategias de comunitarias integradas al desarrollo es un escenario que se intenta propiciar. /Foto: AS
La sexta Conferencia Ministerial Asiática
sobre la Reducción del Riesgo de Desastres en Asia y el Pacífico concluyó la
semana pasada con una declaración que pone énfasis en la participación de las
comunidades locales en la respuesta de los gobiernos a los embates de la
naturaleza.
Llevada a cabo todos los años en
colaboración con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo
de Desastres (UNISDR), la conferencia de este año, organizada por el gobierno
de Tailandia, fue la última vez que las partes interesadas de la región se
reunirán antes que la cumbre mundial en Japón congregue a los gobiernos en 2015
para redactar planes post Marco de Acción de Hyogo (MAH).
Margareta Wahlstrom, representante especial
del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el
tema, dijo en la apertura de la conferencia que la gestión de riesgos necesita
un modelo inclusivo y participativo que permita el trabajo conjunto de las
comunidades de base y las autoridades locales.
Sus palabras fueron bien recibidas por
Harjeet Singh, coordinador internacional de ActionAid, una organización de
desarrollo internacional con sede en Sudáfrica.
“No deberíamos estar desarrollando
soluciones en salas de juntas y conferencias como estas”, dijo a IPS. “En
cambio deberíamos trabajar con las comunidades, que saben mucho más cómo les
afecta esto. Muchas veces tienen soluciones que funcionan mejor”, aseguró.
Ejemplo
asiático
En una conferencia de prensa posterior,
Wahlstrom señaló que Asia Oriental es un modelo para el resto del mundo, ya que
sus políticas de reducción del riesgo de desastres en los últimos 20 años permitieron
un descenso importante en la mortandad como consecuencia de las amenazas
naturales.
Según Wahlstrom, la conferencia abordó la
cuestión fundamental de cómo lograr el diálogo entre las comunidades de base,
que ya realizan el trabajo arduo de la mitigación y la adaptación, y los
responsables políticos nacionales con el fin de influir en la agenda de
desarrollo.
En preparación de la tercera Conferencia
Mundial de la ONU sobre la Reducción del Riesgo de Desastres, que se celebrará
en Japón en marzo de 2015, la Declaración de Bangkok llamó a los gobiernos y
las partes interesadas a mejorar la capacidad de recuperación a nivel local
mediante la institucionalización de las estrategias de comunitarias integradas
al desarrollo.
Además, recomendó la inclusión de las redes
de voluntarios y comunitarias y el fortalecimiento del papel de las mujeres
como una fuerza en la creación de resiliencia a nivel local.
El documento también destacó la necesidad
de adopción de fuertes medidas de transparencia en las relaciones entre la
comunidad y los gobiernos locales.
Tailandia incorporó el concepto de
“economía de suficiencia” del rey Bhumibol Adulyadej en el documento, que
destaca la importancia del modelo de desarrollo centrado en las personas como
forma de “reducir el impacto de la incertidumbre y aumentar la autoinmunidad de
las comunidades locales”.
La economía de suficiencia, basada en los
principios budistas de la moderación, la autosuficiencia y la sostenibilidad,
promueve un modelo económico comunitario que rechaza la codicia, la
sobreexplotación y el despilfarro.
Gente expuesta
Según un documento elaborado para la reunión de Bangkok por la UNISDR, la cantidad de personas expuestas a las inundaciones anuales en la región asiática pasó de 29,5 millones a 63,8 millones en los últimos cuatro años, mientras el número de habitantes de zonas propensas a los ciclones aumentó de 71,8 millones a 120,7 millones. Invariablemente, las más perjudicadas son las personas pobres y las comunidades de bajos ingresos que viven en los lugares más vulnerables al cambio climático, como los asentamientos de viviendas informales y las zonas costeras, por ejemplo.
Un concilio en una aldea, dirigido por
mujeres, prepara un "mapa social" de la comunidad local. Crédito:
Naimul Haq/IPS
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