El terremoto de 1894 fue el último de los grandes ocurridos en suelo merideño. Este dato debería guiar las estrategias de acción presente.
Lo ocurrido
cerca del mediodía del 25 de abril de este año en Nepal, conmocionó a buena
parte de la humanidad. Un terremoto – magnitud 7.8 -nos recordó que la tierra
suele moverse y que sus efectos sobre la superficie dependerán de cuántos
hayamos invertido para reducir nuestra vulnerabilidad. Buena parte de esa
enseñanza nos las da la historia. De los eventos pasados podemos aprender y
tomar conciencia ante los retos del futuro. Mérida tiene que mirar al pasado
cuando se trata de entender la real amenaza sísmica.
Adelfo Solarte
Por
suerte los terremotos “grandes”, los destructivos, tanto en magnitud como en
daños humanos y materiales causados, no suelen ser tan comunes. Pero cuando
ocurren son contundentes en reiterar nuestra fragilidad sobre esta capa de
tierra que habitamos, la cual, en escala, no es más que la cáscara de un huevo
flotando sobre un mar de roca líquida.
Como
ejemplo, allí está Nepal. El 25 de abril hubo un terremoto de magnitud 7.8
(algunos servicios geológicos lo midieron en 8.1) que, cerca del mediodía,
estremeció ese remoto país y varias naciones cercanas.
El
saldo, hasta este momento de mayo, un mes exacto del desastre nepalí, se
refleja en 8 mil 617 muertos confirmados, 16 mil 808 heridos, 322 mil 975
personas sin hogar, 130 mil viviendas destruidas y la sorprendente cantidad de
8 millones cien mil personas con necesidad de asistencia humanitaria.
Un
dato revelador de lo ocurrido en Nepal es que en el año 1934 ocurrió un
terremoto que cobró la vida de 8 mil personas. Es decir, había un precedente
concreto.
Los
especialistas en sismología afirman que en una región donde en el pasado ha
temblado “volverá a temblar”. Ese es un hecho comprobado. También advierten que
esos futuros terremotos son un termómetro de la energía que podría esperarse en
los venideros eventos. O lo que es lo mismo: si en el pasado hubo un terremoto
magnitud 7, esa magnitud puede ser esperada también en el futuro.
En
el caso de Mérida, la historia nos ha dejado evidencias claras de la ocurrencia
de la menos cuatro terremotos que constituyen la clave para responder a las
preguntas: ¿Habrá en el futuro un terremoto en Mérida?...Sí. ¿Puede ser de gran
magnitud ese terremoto?... Sí.
Los cuatro grandes
Mencionaremos
los cuatro terremotos que no deben faltar en una revisión histórica del pasado
sísmico de Mérida como entidad (como estado).
TERREMOTO
DE SAN BLAS
Con
una magnitud estimada en 7.0, ocurrió a las 3:30 de la tarde del día 3 de
febrero del año 1610 ¡Hace más de cuatro siglos! Por supuesto, dado el remoto
pasado, los registros de este terremoto no son muchos desde el punto de vista
científico e incluso técnico. La información histórica más impresionante del
episodio se lee en una crónica de Fray Pedro Simón, quien pasó por la región
año y medio después del suceso.
Este
terremoto ocurrió el día de San Blas y entre sus efectos más impresionantes se
puede comprobar – aún hoy – que movió un volumen de tierra estimado en 15 a 20
millones de metros cúbicos en el flanco sur del páramo de Mariño, cerca de
Bailadores. Hubo alrededor de 60
víctimas, una verdadera mortandad si se toma la escasísima población para ese
entonces.
TERREMOTOS
DE 1673-1674
Una
verdadera tormenta sísmica se desarrolló en Mérida durante el mes de diciembre
de 1973 y se prolongó durante el primer trimestre de 1974.
Para
la profesora Edda Samudio, en su artículo científico “Conmoción en Mérida
andina: los sismos de 1673-74” los sismos ocurridos en Mérida, pero sobre todo los
de enero de 1674 “tuvieron especial
significación en el deterioro de los paisajes merideños, tanto rural como
urbano, contribuyendo al drástico retroceso de su economía y al deterioro del
prestigio sociocultural que ostentaba la ciudad en el período señalado”.
EL
TERREMOTO DEL JUEVES SANTO
En
la obra investigativa de Jaime Laffaille y Carlos Ferrer el terremoto del 26 de
marzo 1812 “es uno de los más controversiales de la historia sísmica de
Venezuela y todavía, luego de muchos años de estudio, no se sabe a ciencia
cierta que pasó realmente en aquellos lejanos días, ya que hubo diversos
factores que distorsionaron los hechos relacionados con este evento”.
Más
allá de las muchas dudas, sí está claro que el terremoto golpeó con fuerza a
Mérida y causó daños severos en Mérida, Tabay y otras poblaciones. No parece
que sea el mismo terremoto que afectó ese mismo día a Caracas, y en el que el
propio Libertador fue protagonista.
La
magnitud: 7.7 para el terremoto en la región de Caracas y una menor magnitud
para el caso de Mérida.
EL
GRAN TERREMOTO DE LOS ANDES
Según
el investigador Emad Aboaasi El Nimer “la noche del 28 de abril de 1894, un
movimiento telúrico sacudió al estado Mérida de manera tan intensa, que sus
consecuencias devastadoras tuvieron secuelas en Táchira y Trujillo. La historia
patria lo registra como el “gran terremoto de los Andes venezolanos”.
Los
datos indican que este ha sido uno de los terremotos con mayor cantidad de
víctimas fatales en Mérida ya que el registro dio cuenta de unas 342 personas
que perdieron la vida y miles de heridos. La mayor cantidad de víctimas
ocurrieron en el Santa Cruz de Mora y en general en la zona del Mocotíes.
Accidentes
geográficos como el cerro de La Galera, en Tovar, son indicios de colosales
eventos asociados al tema sísmico.
Con la gestión
podemos
Siendo
el escenario sísmico una posibilidad real para nuestra entidad, hay que construir la Mérida presente y futura
de cara a esa realidad geológica. La gestión integral de riesgos de desastres,
como estrategia, puede servir de mucho para ajustar nuestra forma de desarrollo
a una que se congenie con las condiciones del entorno, y que permita
“gestionar” el riesgo sísmico, en este caso concreto.