El gráfico muestra la actividad sísmica venezolana durante el pasado mes de noviembre de 2015. Con 243 eventos registrados, superiores a magnitud 2.5, fue sin duda uno de los meses de mayor incidencia telúrica de las últimas décadas. Casi un 92% de los sismos mostrados ocurrieron en suelo merideño. / Fuente: Funvisis
No se ha apagado. Como
para que los andinos, y merideños en especial, no se olvidaran del canto
telúrico que se registra bajo sus pies, este lunes 7 de diciembre volvió a
temblar. La magnitud fue modesta, un 3.4, pero lo suficiente notoria para
advertir que la llamada tormenta sísmica
no tiene una fecha establecida para dejar en calma ese pedazo de suelo
equidistante entre Mérida y El Vigía.
Los registros que en tiempo real llevan los técnicos de
Funvisis hablan de un noviembre con un
protagonismo telúrico merideño sin rivales.
Sólo el aún más sísmico estado Sucre mostró una actividad que durante
los dos últimos días de noviembre logró que la gente moviera los ojos del mapa de Mérida hacia
el oriente venezolano.
Pero diciembre ha reconfirmado que la llamada Tormenta
Sísmica de Mérida sigue activa.Tal vez
muy activa.
Las mediciones hablan: 20 de los 23 sismos registrados por
Funvisis durante la primera semana de diciembre (del 1ro al 7 de diciembre) corresponden
al estado Mérida y se ubican en las inmediaciones del municipio Sucre, siempre
cerca de la población de Lagunillas, comunidad que para los expertos dio nombre a
los dos sismos de magnitud 5.1 que estremecieron la geografía merideña el 7 y
el 22 de noviembre, respectivamente.
Durante noviembre, a la par de los sismos, ha habido, ya
sobre la tierra, otro concierto: esta vez el de los expertos quienes invitados
por entes de gobierno, centros educativos, gremios y distintas organizaciones e
instituciones, han intentado aclarar lo que ocurre con el actual episodio
sísmico y sus repercusiones.
Lo más destacado (y en ello concuerdan especialista como José
Choy yRaúl Estévez) es que la gran actividad sísmica que se registra no es un
hecho novedoso en suelo merideño (ha habido otras en el pasado). También los
sismólogos han dejado en claro que no
existe una relación exacta, digamos matemática, entre un período de tormenta
sísmica y el advenimiento de un terremoto. Dicho esto, siempre subrayan que dada
la probabilística sísmica, las llamadas anomalías, como la que acontece en este
momento, deben ser monitoreadas y seguidas muy de cerca, ya que siempre queda
la posibilidad, debido en este caso al historial telúrico de la región, que
pueda sobrevenir un sismo de mayor magnitud a lo que hasta ahora nos ha
mostrado la falla de Boconó, responsable de la inquietud del suelo.
Nadie sabe cuándo terminará la tormenta sísmica. Pareciera
que en principio sería un asunto de semanas, un evento confinado a noviembre. Pero esta actividad sísmica ha
tenido, por decirlo de alguna manera, su “personalidad”, distinta a las
anteriores. Y eso llama la atención de
los científicos. Tanto que el olor de diciembre y la Navidad no los hará
apartar la mirada de lo que ocurre cerca de Lagunillas. La tierra decidirá cuándo
dar un bostezo y volverse a dormir.
La tormenta sísmica de Mérida sigue activa: incluso este siete de diciembre se registró un nuevo temblor magnitud 3.4, tal como muestra la ficha técnica de Funvisis.
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