La iglesia merideña administra más de 700 templos, muchos de gran valor patrimonial. Este es un elemento determinante a la hora de acciones en escenarios sísmicos.
Ante la intensa
actividad sísmica que se viene manifestando en Mérida, desde hace un mes
exacto, las principales instituciones han buscado la forma de canalizar su
participación con respecto a este escenario de riesgo. La iglesia, que mueve decenas
de miles de creyentes en sus templos y es una gran comunicadora como
institución, también se ha integrado a esta inquietud en la que la preocupación
está dando paso a la acción.
Adelfo Solarte
adelfo.solarte@gmail.com
Varios
aspectos se suman para hacer que el rol de la Iglesia, como institución, sea
crucial en cuanto a fijar posición ante el impacto de los riesgos de desastres
y de manera concreta, en este momento particular, en función del riesgo
sísmico.
Para
empezar, en Mérida la Iglesia es una institución fundamental, histórica y
determinante en las relaciones sociales y en la definición de lo que pudiéramos
llamar la personalidad social del merideño. Es una institución que configura de
forma sustancial el hecho cultural de la región andina.
Esa
presencia se traduce, ya de forma tangible, en la administración de alrededor
de 750 templos repartidos en toda la geografía merideña, muchos de ellos
verdaderas referencias arquitectónicas, históricas y patrimoniales. Se debe
destacar que estas estructuras han sido históricamente afectadas, dado su
diseño y otras variables constructivas,
por sismos de regular intensidad y por supuesto por los terremotos históricos
de 1673-74, 1812, 1894, entre los más destacados.
Para
todos los merideños ha sido referencial, como imagen icónica, la estructura de
la torre de la iglesia de Chiguará, parcialmente dañada por el reciente sismo
magnitud 5.1, del 7 de noviembre de este año.
Pero
también la Iglesia, como institución, hace frente a una gran responsabilidad debido
a que esos templos, y todos los espacios en los cuales la iglesia desarrolla su
actividad religiosa y espiritual, frecuentemente se llenan de feligreses. Son
cientos y en algunos momentos miles las personas que buscan cobijo espiritual
en los espacios de la iglesia católica.
Ante
esta realidad, el principal vocero de la iglesia en Mérida, Monseñor Baltazar
Porras Cardozo, Arzobispo Metropolitano de Mérida, abrió las puertas del
Palacio Arzobispal a un grupo de especialistas en gestión del riesgo, con la
idea no sólo de orientar la participación de la arquidiócesis en estos momentos
de intensa sismicidad, sino también en definir los aportes que pueden lograrse
usando el potente musculo social de la iglesia.
Radiografía útil
El
encuentro en el que Monseñor Baltazar Porras fungió de anfitrión, se efectuó en
uno de los salones de reuniones del Palacio Arzobispal. Monseñor se hizo
acompañar por los presbíteros Carlos Zambrano, Reinaldo Muñoz y el popular
Padre Luis Enrique “Kike”. También se encontraba presente la investigadora Ana
Hilda Duque, Directora del Archivo Arquidiócesano, experta en temas históricos
vinculados a la iglesia.
Junto
a ellos estuvieron como contraparte en el campo de la gestión de riesgos el físico
Raúl Estévez, destacado sismólogo; el ingeniero Alejandro Liñayo, presidente
del Centro de Investigación en Gestión Integral del Riesgo (Cigir), el
ingeniero Pedro José Montilla, del Grupo de Investigación Sísmica de la
Facultad de Ingeniería de la ULA, el ex rector de la ULA Genry Vargas y el
periodista Adelfo Solarte, coordinador
general de la organización Comunicadores por la Gestión del Riesgo (ComRies).
En
este encuentro destacó una resumida pero completa explicación de las
características sísmicas de Mérida y una aproximación al actual escenario
sísmico, aportada por el profesor Estévez.
Por
su parte Alejandro Liñayo expuso algunas recomendaciones que desde su óptica
pudiera asumir la iglesia, enfocadas algunas hacia medidas de prevención y
mitigación entre las que destacan la de tomar muy en cuenta los elementos no
estructurales ubicados en el interior de los templos para fijarlos con
procedimientos sencillos que eviten que los mismos puedan caer sobre las
personas. En otros casos se trata de acciones de respuesta, de acción ante un
posible evento sísmico de gran magnitud y sus ulteriores consecuencias.
El
ingeniero Pedro José Montilla mencionó que existen estudios que orientan sobre
las condiciones estructurales de varios templos merideños, investigación que
pudiera guiar acciones específicas de intervención en aquellos espacios más
comprometidos ante un futuro terremoto.
Espíritu y acción
Monseñor
Porras y el cuerpo de sacerdotes que lo acompañó en el encuentro, escucharon
con suma atención las explicaciones, expectativas y recomendaciones de los
especialistas. Agradeció la reunión y dejó abiertas las puertas para futuros
encuentros.
De
forma específica, Monseñor Porras, quien también es geógrafo e historiador y
además presidente de Cáritas de Venezuela (una organización con mucha trayectoria en el campo de la
organización y respuesta ante desastres) aceptó revisar la información relativa
al estado físico de los templos merideños, incluso se propuso la aplicación de
alguna herramienta que permitiera hacer un diagnóstico inicial de posibles
daños o debilidades estructurales.
También
anunció la realización, durante la segunda semana de diciembre, de un nuevo
encuentro con el clero, de tal forma de insistir en la integración de la
iglesia y sus hombres y mujeres, a las iniciativas por mejorar las condiciones
de Mérida ante escenarios de riesgos.
Una
vista de la importante reunión encabezada por Monseñor Baltazar Porras Cardozo.
Atentos,
los miembros del clero escucharon algunas recomendaciones de los especialistas.
Pastores y
comunicadores
De
los temas que fueron tratados y reiterados durante el encuentro entre Monseñor
Baltazar Porras, como Arzobispo Metropolitano de Mérida, y el conjunto de
especialistas en el área sísmica y de gestión de riesgos, resaltó el rol
comunicacional de la iglesia, ya que los sacerdotes, ante su feligresía, no
sólo cumplen una función espiritual, de guías, sino que ante la posibilidad de
dirigirse frecuentemente a grandes auditorios, pueden contribuir a aportar
información de calidad en temas como la sismicidad y sus consecuencias. Pueden
ayudar a recordar las condiciones geológicas de Mérida e incluso a instruir de
forma general sobre qué hacer en caso de presentarse un sismo de mayor magnitud
en suelo merideño.
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