Las ODDI han sido una respuesta institucional para canalizar parte de las acciones de respuesta ante la cadena de eventos sísmicos.
Hemos pasado
por sustos y desesperación. Nos hemos reunido como hacía tiempo no lo hacíamos:
hemos escuchado con atención infinita, las explicaciones de los expertos como
si fuésemos niños pequeños impresionados con un cuento de hadas. Este noviembre
será recordado como el mes de los sismos y tal vez como el inicio de una
relación más madura de los merideños con el territorio que hemos escogido para
vivir.
Adelfo Solarte
adelfo.solarte@gmail.com
Muchas
son las lecciones, contundentes, que nos han dejado los recientes eventos
sísmicos que se han sucedido en Mérida, casi sin interrupción, desde el pasado
7 de noviembre. Con dos sismos magnitud 5.1, cerca de 20 con magnitudes
superiores a 4, y cientos de pequeños movimientos, en verdad ha habido poco
tiempo para bajar la guardia de la atención a lo que está pasando.
Ya
se había mencionado en este mismo espacio informativo que Mérida se ha
convertido en “un gran aula sísmica”. Veamos cinco de las lecciones que nos
dejan los temblores hasta ahora y que develan algunas de nuestras fortalezas y
debilidades ante la condición de estado sísmico que nos toca aceptar, entender
y atender.
LECCIÓN 1 / El
temor como motor
Pues
sí: del salto de la cama en la madrugada, por aquel temblor del 7 de noviembre,
a decenas de reuniones gubernamentales y ciudadanas, es evidente que el miedo
ha sido convertido en acciones. La idea ahora es echarle el combustible de la
sostenibilidad a todas estas iniciativas.
LECCIÓN 2 / Mérida
sí se mueve
Pese
a la prédica de los expertos (sismólogos, geólogos, físicos, geógrafos) que
durante décadas nos han recordado la naturaleza sísmica de Mérida, nada mejor
que los propios temblores para dejar en claro esa información. Mérida sólo nos
dijo: “sí, me muevo y mucho”.
LECCIÓN 3 / No hay
adivinos
Algo
sí ha quedado ratificado por los expertos, en todos los escenarios en los que
les ha tocado hablar: no es posible predecir cuándo va a ocurrir un terremoto.
Sí alguien lo supiera, ya tendría un premio Nobel. Ante esa incertidumbre, hay
que tomar previsiones.
LECCIÓN 4 / Pero de
que viene, viene
Mérida
no está enferma de temblores. Esa es más bien una condición. Igual le pasa a
Caracas, Cumaná, San Cristóbal y otras ciudades de Venezuela y del mundo. La
historia ha mostrado que se han dado terremotos en el estado Mérida y por lo
tanto el futuro nos reserva un nuevo encuentro sísmico importante.
LECCIÓN 5 / Las
réplicas son campanadas
Otra
cosa dicen los que saben: no necesariamente una tormenta sísmica tiene como
capítulo final un terremoto. Ha habido varios de estos también llamados “enjambres”
en nuestra historia y no siempre incluyen “uno grande”. Pero dicho esto, sería
por lo demás imprudente no tomar acciones ante una situación tan activa como la
actual.
El
tema de la preparación de un kit de seguridad ha estado en el discurso de
todos. Muchos se han animado a armarlo y tenerlo a la mano.
¿Qué esperar de
nosotros mismos?
A
la par que los habitantes de Mérida, como estado, vamos digiriendo los
temblores, se plantean retos importantes para todos los sectores: de los
gobernantes se aspira una conciencia más clara de lo que significa la gestión
de riesgos ante desastres, como germen político inserto en la hoja de
prioridades. De los expertos, una aún mayor acción extramuros, como
transmisores directos de los saberes hacia la ciudadanía. Y a las comunidades,
la misión de no darle cabida a la ignorancia y al olvido que constituyen el
abono de los verdaderos desastres.
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