Los datos que se manejan en Venezuela sobre el posible impacto que tendría un evento sísmico de importante magnitud sobre el universo de edificaciones escolares (escuelas y liceos) es, por decir lo menos, completo y detallado. Además se han propuestos algunos planes de acción para prevenir un posible colapso estructural mediante técnicas de mitigación. Falta, eso sí, llevar a la práctica todo este caudal de información.
El profesor e investigador Oscar López presentó en el volumen 47, Nº 1, del Boletín Técnico del Instituto de Materiales y Modelos Estructurales de la Universidad Central de Venezuela, en el año 2009, un trabajo sobre indicadores de riesgo sísmico en edificios escolares de Venezuela.
Según López una revisión de los efectos de 26 terremotos ocurridos en el planeta desde 1933 y hasta el año 2000 puso en evidencia la elevada vulnerabilidad de las edificaciones escolares que han provocado la pérdida de miles de vidas. Para decirlo de alguna manera, los terremotos parecen tener una especial predilección por este tipo de estructuras.
En el caso de Venezuela se han identificado 16 sismos ocurridos en el siglo XX que ocasionaron algún tipo de daño en escuelas. El más emblemático fue el de Cariaco, estado Sucre, ocurrido en 1997 y que se ha convertido en el terremoto referencial a la hora de hablar de impacto de este tipo de eventos sobre la planta física escolar.
Varios edificios estructuralmente idénticos y pertenecientes a las escuelas tipo denominadas Antiguo tipo 1, que fueron construidos en la década de 1950 en diversos lugares del país, fueron dañados por los sismos de Carúpano (en 1974), del Táchira (en 1981), del Pilar (en 1986) y de Curarigua (en 1991).
En particular dos de estos edificios y otros dos pertenecientes al tipo denominado cajetón, que fueron construidos en la década de 1970-1980, se derrumbaron durante el sismo de Cariaco de 1997, causando gran pérdida de vidas.
El mal comportamiento de estos edificios, según el investigador, puede estar atribuido a deficiencias sismorresistentes propias de aquellas edificaciones construidas con las normas de 1939, 1947, y 1967, a saber, poca rigidez y resistencia a carga lateral, poca capacidad de disipación de energía y la presencia de columnas cortas que precipitan modos de falla frágil.
Es bueno acotar que la mayor parte de los 28 mil 119 planteles escolares del país fueron construidos con las normas antiguas, con criterios de diseño sismorresistente considerablemente menos exigentes que los encontrados en las normas posteriores de 1982 y 1998; un 69,4% de ellos están además localizados en zonas de amenaza sísmica elevada.
¿Qué hacer con esta realidad?
Queda claro que en Venezuela existe
una buena data en cuanto a los escenarios sísmicos esperados e
incluso se ha avanzado en algunas urbes en cuanto a mapas de microzonificación
que hacen de la información para la
gestión de riesgos un insumo de muy buena calidad.
Además de la ubicación de las
escuelas, muchas ya poseen estudios lo suficientemente consistentes como para declararlas de alta prioridad en
la ejecución de planes de reforzamiento estructural.
El
ingeniero Gustavo Coronel,
profesor de la UCV y estudio del tema, afirma que existen alrededor de
300 escuelas de alta prioridad que ameritan ser tomadas muy en cuenta en
inversiones para garantizar su reforzamiento sismorresistente.
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