domingo, 7 de diciembre de 2014

Por un lenguaje común en la gestión de riesgos ante desastres (y II)








Debemos estar claros: una lluvia o un río no significan desastres 
a menos que construyamos vulnerabilidades en su entorno.

La semana pasada publicamos un primer grupo de conceptos claves en el área de la gestión de riesgos socionaturales y tecnológicos que consideramos básicos para entender de qué va este tema que cada día logra una mayor atención de autoridades y comunidades. Así como algunos grupos organizados de Mérida los han incorporado a su práctica (como Vecinos por el Ambiente en La Mucuy Baja), ¿qué tal si también los reconocemos, entendemos y aplicamos?

Para comprender de qué trata la gestión de riesgos, esta vez nos apoyaremos en la didáctica y esclarecedora explicación que da Gustavo
Wilches –Chaux, un apasionado de la comunicación en gestión de riesgos. Este texto es sólo parte de su libro  “Auge, caída y levantada de Felipe Pinillo mecánico y soldador o yo voy a correr el riesgo”,
Guía de la Red para la Gestión Local del Riesgo. Leamos:

“…Cuando hablamos de desastres, nos estamos refiriendo a sucesos y procesos ya ocurridos, sobre los cuales la intervención posible es básicamente curativa y que de una u otra manera resultan "excepcionales" frente al curso normal de la vida de una comunidad, así las condiciones necesarias para que éstos se produzcan estén íntimamente trenzadas con las características de esa comunidad y de su entorno natural y cultural.
En cambio cuando hablamos de gestión del riesgo, tal y como la entenderemos a lo largo de este texto, estamos hablando de la capacidad de la comunidad para transformar precisamente esas condiciones causales antes de que ocurra un desastre.
Los riesgos, lo veremos más adelante, surgen de la confluencia en una misma comunidad de dos ingredientes: una amenaza y unas condiciones de vulnerabilidad. La amenaza y la vulnerabilidad son como una bomba y una mecha, que de manera
separada no representan riesgo alguno, pero que al juntarse se convierten en la posibilidad de que se presente un desastre.
La gestión del riesgo parte del reconocimiento de que de llegarse a juntar la bomba con la mecha, se pueden producir una serie de efectos destructivos sobre la comunidad y su entorno (efectos que, al producirse, constituirían el desastre), y de calcular cualitativa y cuantitativamente esos efectos, con el objeto de evitarlos, y actuando sobre las causas que los producen.
La Tierra es un organismo vivo, dinámico y cambiante, sujeto a todo tipo de transformaciones "orgánicas", algunas de expresiones súbitas y "violentas", otras graduales y a veces imperceptibles desde la vida cotidiana. Asimismo, la comunidad humana, como parte que es de la naturaleza, es también dinámica y cambiante.
La interacción entre los dos ritmos de cambio, el de la naturaleza y el de la comunidad, puede ser armónica y constructiva, como puede también tener consecuencias destructivas. Es entonces cuando se producen los desastres.
Ambas dinámicas estarán siempre presentes en el proceso de desarrollo de la sociedad humana sobre el planeta Tierra. Dada la capacidad transformadora que ha alcanzado la cultura, existirá siempre la posibilidad de que uno y otro proceso se desfasen (lo cual equivale a que se junten la bomba y la mecha), lo cual conducirá a la aparición o agudización de mutuos riesgos (riesgos para la comunidad y riesgos para los ecosistemas).
En una u otra forma los riesgos estarán siempre allí, y de nuestra habilidad para actuar sobre sus componentes dependerá que éstos no se conviertan en desastres.

Sobre los escenarios


Al espacio y al tiempo en donde esos dos elementos del riesgo (las amenazas y los factores de vulnerabilidad; la bomba y la mecha) confluyen e interactúan, y a las posibles consecuencias de esta interacción, vamos a darles el nombre de escenarios de riesgo.







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