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sábado, 14 de noviembre de 2015

LECTURA RECOMENDADA / Sobre la predicción sísmica sí hay gente trabajando


Los científicos siguen empeñados en lograr juntar el conocimiento que permita predecir los terremotos con precisión. Por ahora no han logrado un resultado exitoso. La imagen corresponde a la actividad científica de expertos de Funvisis en suelo merideño, a propósito de los recientes eventos sísmicos.

Si algo bueno han tenido los sismos de regular magnitud que hemos sentido buena parte de los habitantes del estado Mérida (especialmente los habitantes de El Vigía, Ejido, Tovar, Lagunillas, Chiguará y la ciudad de Mérida) es que nos permiten buscar datos que nos ayudan a comprender lo que ocurre. En esa búsqueda se construye eso que llamamos cultura preventiva, ya que con la información cierta podemos tomar acciones conscientes y responsables.

Adelfo Solarte
adelfo.solarte@gmail.com
@adelfosb

Uno de los gusanitos que más nos ha taladrado el pensamiento durante estos días en los que se nos ha movido el piso, es una pregunta que a veces se transforma en un reclamo que, palabras más o palabras menos, se expresa en la siguiente queja: "Pero bueno...¿Es que acaso los científicos no pueden decirnos de una buena vez cuándo va a ocurrir un terremoto?" 
Sobre este aspecto, que nos lleva a los terrenos de la predicción sísmica, hay tres puntos importantes que en este blog consideramos que todos debemos tener en cuenta sobre el tema de la predicción de terremotos, tema del cual los merideños hemos hablado y conversado durante estos días, y del cual a veces no hay mucha claridad. Esos tres puntos fundamentales del tema  son los siguientes...Tome nota:
PRIMER PUNTO:  En este momento del avance científico y tecnológico no existe un procedimiento totalmente eficiente, completo y aceptado en el mundo, en cuanto a la  predicción de terremotos. Es dos platos: en este momento de 2015 no se pueden predecir los terremotos.
SEGUNDO PUNTO: Cuando se habla de predicción de terremotos, en el sentido estricto de la palabra, debemos tener en cuenta que los expertos se refieren a la posibilidad (digna de un Premio Nobel) de predecir el día exacto, al menos la hora exacta, el lugar o sitio exacto, magnitud exacta, de un terremoto. Pero, ojo, hay sin embargo una especie de "predicción" científica más bien amplia, no exacta. Cuando expertos como los doctores Raúl Estévez (de la ULA)  o Frank Audemard (de Funvisis)  le machacan a los merideños que debemos "prepararnos para un terremoto en el futuro", no es que sacan de sus maletines una bola de cristal o unas cartas del Tarot para afirmar lo que dicen. No señor. Ellos lo que hacen es tomar todas las evidencias geológicas e históricas y conjugarlas con datos y mediciones científicas que indican la probabilidad alta de que en el futuro merideño ( que pueden ser días, semanas, meses, años o décadas) pueda sobrevenir un terremoto de una magnitud considerable (incluso magnitud 7,0). Esta predicción se basa en las premisas o máximas que indican que "donde hubo un terremoto en el pasado habrá otro en el futuro" y también aquella que indica que "mientras más lejos estamos del último terremoto, más cerca estamos del próximo".
3.- Todo lo anterior no significa que la comunidad cientíifica mundial (sobre todo la conformada por sismólogos, físicos, geólogos, entre otros) se haya cruzado de brazos. Para nada. Hay una intensa actividad del conocimiento que centra su interés en determinar, ver, escuchar, oler, medir  o sentir algunos elementos (llamados precursores) que revelen días, horas o incluso minutos antes, que por allí viene en camino un terremoto y que más vale buscar un lugar seguro antes de su llegada. Aquí en Mérida incluso hay algunos esfuerzos que apuntan en esa dirección de dar con algunos de esos precursores.
Hasta aquí nuestro aporte como periodista. Lo que sigue, y que completa estas ideas,  lo tomamos de:   National Geographic
La falta de éxito en cuanto a lograr un mecanismo de predicción de terremotos, sin embargo, no significa que la predicción de estos eventos naturales sea pura palabrería.
«Es un importante campo», afirma Michael Blanpied, director del Consejo Nacional de Evaluación y Predicción de Terremotos de Estados Unidos, cuyos científicos analizan la credibilidad de los métodos de predicción y reportan los descubrimientos al Servicio Geológico de Estados Unidos.
«Hay muchas personas abordando el problema desde ángulos muy distintos, tratando de separar el grano de la paja y descubrir si efectivamente hay grano, algo que no está claro todavía», señala.
«La clave del asunto es que hay gente trabajando a un alto nivel profesional, gente procedente de otros campos y gente que no tiene formación científica pero que cree que puede ayudar».
Para completar mejor esta última parte de la lectura, le invitamos a leer el artículo completo haciendo click en el siguiente enlace, que es el sitio oficial de la revista. Haga click en:  National Geographic
Millones de vidas podrían salvarse si la ciencia llega a descubrir mecanismos efectivos que evidencien de forma exacta que un terremoto ocurrirá. Por ahora toca aupar a los expertos para que sigan en su empeño por alcanzar ese conocimiento. Y ¿Mientras?...Bueno, es mucho lo que se puede hacer con prevención y gestión del riesgo de desastres.

domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Conoces la lluvia?

Por estos  días de noviembre una vez la lluvia nos visita con  intensidad. Esa lluvia por lo general suele ser polémica. A los  poetas, románticos   y melancólicos les suele agradar. Los niños por lo general gozan un mundo  corriendo bajo la lluvia. Otros, sin embargo, la odian. Incluso cuando llueven dicen que hay “mal tiempo”.



Ante todo partamos de lo más básico: ¿Qué   es la lluvia? La definición más elemental nos indica que la lluvia es un fenómeno atmosférico. Lo de atmosférico es porque se produce allá arriba, en la atmósfera, esa capa de gas que rodea nuestro planeta.
Ahora bien, la lluvia es un fenómeno atmosférico de tipo acuático y  aunque parezca una necedad decir que es acuático (relativo al agua) la precisión es absolutamente necesaria ya que en vez de gotas podemos tener copos de nieve o incluso granizo.
Lo que sí es cierto es que en todos los casos es una   precipitación  -  caída -   de agua en forma de gotas. Estas gotas han sido medidas para tener el honroso   título de gotas de lluvia: deben tener un diámetro mínimo de 0,5 mm. Con este tamaño caen a la tierra por la gravedad a una velocidad superior a los 3 metros por cada segundo, es decir unos respetables 33 kilómetros por hora, más o menos.
Por cierto, se sabe de unas  gotas (o gotas gigantes, o mega gotas) que llegaron a medir un centímetro, o sea 20 veces el tamaño de una gota promedio. Pero lo normal es que con sus  0,5 mm tengan el peso suficiente para precipitarse a tierra. Lo demás es lluviosa obesidad.
Estas  gotas aparecen por la condensación del vapor de agua contenido en las nubes.

Asunto de cantidad

La lluvia es fundamental para la vida. Un año sin   lluvia en el planeta y la hambruna acabaría con   buena parte del planeta. Dos años sin una gota de lluvia,  ni hablar de lo que pasaría.
Pero  pese a su importancia fundamental  para la vida, la lluvia por lo general suele ser polémica. A los  poetas, románticos y melancólicos les suele agradar. Los niños por lo general gozan un mundo corriendo bajo la lluvia.
Otros, sin embargo, la odian. Incluso cuando llueven  dicen que hay “mal tiempo”.
Parece que lo que más enfada es la cantidad y la duración, cuando ambas son excesivas para el gusto de la mayoría. Una lluvia muy fuerte o una muy prolongada, aunque sea suave,  suelen disgustar a muchos. Algo así como “bueno es el cilantro pero no tanto”.
¿Y cómo medirla para saber si es mucha? La cantidad de lluvia que cae en un lugar se mide con unos aparatos llamados pluviómetros. La medición se expresa en milímetros de agua y equivale al agua que se acumularía en una superficie horizontal e impermeable de 1 metro cuadrado durante el tiempo que dure la precipitación. Un litro caído en un metro cuadrado alcanzaría una altura de 1 milímetro.  Si un   pluviómetro recoge más de 30mm en una hora o   incluso si supera los 60 mm (es decir 60 litros de agua  por metro cuadrado) estamos en presencia de una lluvia muy fuerte o torrencial. Como dijo alguien en    una  película: “tenemos un  problema”. Es decir, sí  estamos en el lugar equivocado en el momento menos recomendable, como por ejemplo el cauce de un río, en  las  riveras  de  una  torrentosa quebrada o en    una zona propensa a las inundaciones, entonces cada gota de lluvia nos puede saber amarga.

La tierra es  una   esponja

La lluvia, en su caída, se distribuye de forma irregular: parte la aprovecharán las plantas, parte aumentará los caudales de los ríos por medio de los barrancos y escorrentías que, a su vez aumentaran las reservas de pantanos y embalses y la mayor parte se infiltrará a través del suelo, discurriendo por zonas de texturas más o menos porosas que formará corrientes subterráneas que irán a parar o bien a depósitos naturales con paredes y fondos arcillosos y que constituirán los llamados yacimientos o pozos naturales, o acabarán desembocando en el mar.