lunes, 11 de mayo de 2015

ANÁLISIS / Desastres en la pantalla y en la realidad

El siguiente trabajo ha sido tomado por su actualidad y vigencia sobre un aspecto que corre paralelo, cual verdadera falla, junto al tema de la respuesta organizada ante los desastres ¿Contribuyen a crear consciencia o inmovilizan las películas sobre desastres que vemos en las pantallas del cine? Marcelo Stiletano, articulista del Diario La Nación,  revisa esta cuestión a la luz de dos estrenos cinematográficos anunciados para este año.

La película Everest se asoma en los cines este año, con una propuesta sobre los efectos de la altura.

Por: Marcelo Stiletano
mstiletano@lanacion.com.ar  

En la tarde del jueves 23 de abril, tres días después de haber sido consagrado como el "director internacional del año" en CinemaCon, la convención anual de los dueños de cines en Estados Unidos, el islandés Baltasar Kormákur vaticinó desde un salón de Las Vegas que su nueva película será "una gran y estremecedora aventura dramática con el tono íntimo de una producción independiente". Esas palabras sirvieron como presentación de Everest, cuyas imágenes se exhibieron allí, por primera vez, ante algunos de los nombres más poderosos de Hollywood.
Everest recupera en el cine una historia real de sobrecogedores ribetes narrada en un extraordinario libro, Mal de altura. Su autor, el periodista Jon Krakauer, fue uno de los sobrevivientes de la catastrófica expedición al Everest de mayo de 1996, en la que murieron 12 personas. El trágico hecho hizo que el mundo descubriera que el pico más alto del mundo se había convertido en un destino cada vez más masivo, casi turístico, y desató un debate que perdura hasta hoy: ¿tiene sentido que personas sin otra experiencia en la máxima exigencia de la alta montaña que el entusiasmo, se propongan llegar a la cima del Everest guiados por expertos sólo porque tienen dinero para pagarlo?
Krakauer comienza la novela con un espeluznante relato sobre lo que experimenta un organismo en la cima del mundo. "A 8848 metros, en la troposfera, me llegaba tan poco oxígeno al cerebro que mi capacidad mental era como la de un niño retrasado. En aquellas circunstancias, poca cosa podía sentir a excepción de frío y cansancio", escribe. No se trata de un simple triunfo deportivo. Es una cuestión de vida o muerte.
Quienes vieron el anticipo de Everest e imaginaron otro triunfo del cine de gran impacto, con el público entusiasmado por el dramatismo de la historia y la crítica atenta al trabajo de un realizador europeo de origen independiente junto a un elenco de confiables estrellas (Jake Gyllenhaal, Robin Wright, Josh Brolin, Jason Clarke, Keira Knightley), dejaron muy pronto de pensar en el espectáculo y empezaron a angustiarse con la realidad. La película se estrenará en la Argentina el 17 de septiembre.
Dos días después de la triunfal presentación de Kormákur, la tierra se movió en la puerta del Himalaya como nunca desde 1934. El terremoto de magnitud 7.9 que golpeó a Nepal el 25 de abril dejó un saldo todavía provisional de 8.413 muertos, 17.576 heridos, 260 desaparecidos y una estela de destrucción y dolor. Muchas de las víctimas fueron sorprendidas por aludes provocados por el estertor en las alturas del Everest mientras aguardaban en el campamento base el momento del ascenso.
Con la imagen constante de la desolación impresa en todas las pantallas, los mismos ejecutivos que horas antes aplaudían en Las Vegas se vieron forzados a armar reuniones urgentes en Hollywood con sus expertos en marketing. Había que hacer algo con la promoción de un nuevo jubileo del cine catástrofe. Las decisiones no se podían demorar ni un minuto. Faltaba bastante para septiembre, mes de estreno para Everest, pero un nuevo actor aparecía, ominoso, en un horizonte todavía más cercano. El próximo gran tanque de Hollywood es Terremoto: la falla de San Andrés (estreno en la Argentina, 28 de mayo), cuya trama se torna todavía más sensible tras la hecatombe de Nepal.
Quienes viven en California se miran todo el tiempo en ese espejo, eje de la aventura protagonizada por Dwayne Johnson, el máximo héroe actual del cine de acción en Hollywood. Hace años que esperan el Big One, un terremoto de poderío destructor al menos equivalente al ocurrido en Nepal. "Es inevitable que un temblor de ese tamaño nos golpee algún día. Puede ocurrir esta misma noche o dentro de 100 años", advirtió el geofísico David Oglesby, uno de los muchos especialistas consultados en los últimos días, cuando renació en California la necesidad de certezas en estas cuestiones.
Ni Warner postergará el estreno de Terremoto ni Universal hará lo propio con Everest. Los estudios mantuvieron las fechas originales, los posters y los trailers de ambas películas, pero modificarán algunas estrategias promocionales, procurando no afectar sensibilidades e incluyendo información sobre cómo ayudar ante una emergencia así.
De esta manera sigue inalterable una máxima histórica sellada a fuego en Hollywood y expresada por el escritor Wheeler Winton Dixon a The New York Times: "La gente va a ver cine catástrofe para probarse a sí misma que puede atravesar el peor daño posible y sentirse en algún punto inmortal". Eso explica también tanta autorreferencialidad: sólo hay catástrofe (y posible salida) en ciudades de Estados Unidos. Casi nunca en el resto del mundo.
Pero también desde el cine hay otra explicación, más cínica para algunos, más certera para otros, sobre esta actitud. La expresa Christopher Nolan a través de Michael Caine como Alfred, el mayordomo de Bruno Díaz, en Batman: el caballero de la noche. Frente al mal absoluto representado por el Guasón, dice: "Hay hombres que solamente quieren ver arder al mundo". / El texto original de esta nota fue publicado en: http://www.lanacion.com.ar/1791461-desastres-en-la-pantalla-y-en-la-realidad. / El autor Marcelo Stiletano escribe la sección Entrelíneas para el Diario La Nación, de Argentina.







La costa Oeste de los Estados Unidos se apresta a una nueva demolición en las pantallas cinematográficas.

Masoquismo frente a la pantalla

“Hay una ola de extraño masoquismo, extendida sobre todo en Los Angeles y protagonizado por gente que se regodea contemplando las ruinas de la capital mundial del entretenimiento, víctima de todo tipo de ataque. Por allí pasan todo el tiempo hordas de monstruos, zombies, alienígenas y toda clase de criaturas depredadoras (incluidos los terroristas), sin contar una multitud de huracanes, tornados, avalanchas, tsunamis y estallidos volcánicos. Devastadores en todo sentido, pero al fin y al cabo meros apéndices de la madre de todos los desastres: el terremoto”. / Marcelo Stiletano


No hay comentarios:

Publicar un comentario