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lunes, 11 de mayo de 2015

Comunidad dedica simulacro a la memoria de Jaime Laffaille




En los espacios del Liceo Ezequiel Zamora llevan años trabajando el tema preventivo y este simulacro servirá para mejorar la respuesta. (Imagen tomada del portal http://ezequielzamoramerida.blogspot.com/p/blog-page.html)



El profesor Edgar Rivas, Coordinador Pedagógico de la Unidad Educativa Liceo Ezequiel Zamora, ubicada en el sector Cuenca del Chama de la ciudad de Mérida, informó que este miércoles 13 de mayo, a partir de las 11:00 de la mañana, se realizará una actividad que consiste en un Simulacro de Sismo, en el que participarán distintos entes.
“La invitación la hacemos en nombre de la Comunidad Educativa del Liceo Ezequiel Zamora. Este Simulacro está enmarcado en el Proyecto: Reforzando la capacidad de resiliencia frente a eventos de origen socionatural en el sector Los Periodistas”, explicó Rivas en una nota enviada a los medios.
La actividad es coordinada por el Comité de Ambiente y Salud Integral del Consejo Educativo del Liceo Ezequiel Zamora  y el Consejo Comunal Sector 169.
Para el efectivo desarrollo de la jornada, se tiene prevista la colaboración, apoyo y respaldo organizativo y logístico de Inpradem, la Zona Educativa N° 14,  la Dirección de Educación de Mérida, el Grupo de Rescate Santos Marquina, el Instituto Para la Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo (Iclam) y Muku en Comunidad.
Los organizadores dedicarán este ejercicio a la memoria del profesor Jaime Laffaille, a manera de Homenaje Póstumo.  
Sobre la figura de Jaime Laffaille, el profesor Rivas comentó que se trató de “un distinguido científico, con una dilatada trayectoria profesional en materia de riesgos ante eventos socionaturales. Además, fue el precursor de la Fundación para la Prevención del Riesgo Sísmico del Estado Mérida (Fundapris), pionera en iniciativas nacionales y regionales en seguridad escolar y galardonada con mención especial en la edición 2003 del Premio Anual Sasakawa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)”.
Además los organizadores, en función del homenaje a la memoria de Laffaille, destacaron como importante el hecho de que éste apreciado investigador “siempre estuvo comprometido y dispuesto a colaborar con las comunidades de El Arenal a sabiendas de los riesgos y la alta vulnerabilidad que presenta el sector”. /Adelfo Solarte /CNP:8965


miércoles, 6 de mayo de 2015

OPINIÓN / El último viaje de Jaime



Por: Alejandro Liñayo
  
Durante la tarde del pasado domingo 3 de mayo, quizás aprovechando el cielo despejado y la excelente visibilidad, nuestro ilustre profesor y gran amigo Jaime Laffaille emprendió su último viaje, dejando tras de sí una estela de aportes extraordinarios al quehacer “riesgológico” y sismológico regional, nacional y latinoamericano, y sumiéndonos a quienes tuvimos la fortuna de conocerle y de trabajar con él durante las últimas décadas, en la dolorosa sensación de vértigo que deja su ausencia irreparable.
Jaime nació en la capital del país, sin embargo desde muy joven se radicó en los andes venezolanos, específicamente en la ciudad de Mérida, lugar del que hizo su espacio vital y a cuyos problemas de sostenibilidad urbana le dedicó gran parte de su vida. Se tituló en Física y desarrolló estudios de postgrado en estadística aplicada, además acumuló una experiencia extraordinaria que permitieron que se le reconozca hoy  como un sólido sismólogo, un excelso articulista, un acucioso investigador del historial sísmico y “desastrológico” nacional y regional y como un académico e investigador poseedor de una de las miradas más amplias, integrales y sistémicas de la problemática del riesgo urbano que hemos conocido.
Resulta verdaderamente difícil enumerar las múltiples virtudes tanto personales como profesionales del Prof. Laffaille, no obstante, existe una cualidad que en nuestra  opinión merece ser destacada y que siempre le admiramos: Su autenticidad. Jaime era una persona transparente; llana; su franqueza incluso le llevaba a asumir posiciones “políticamente incorrectas”, particularmente en aquellos espacios de negociación política e institucional en donde son tan importantes los principios maquiavélicos de la diplomacia y de la forma del discurso. Afortunadamente, aunado a su transparencia, Jaime tenía ese don de liviandad que le permitía decir las verdades más duras sin que sus agraviados sintiesen la más mínima hostilidad ni ataque. Por el contrario, en más de una ocasión llegamos a presenciar algunas intervenciones públicas de Jaime en las que, con argumentos contundentes y aplastante crudeza justificaba su oposición férrea a las decisiones que eran tomadas por algunos grupos de poder, para luego evidenciar boquiabiertos, como representantes de esos mismos grupos que acababa de enfrentar se le aproximaban para felicitarle por su excelente presentación y por sus aportes.
La autenticidad de Jaime hizo que siempre priorizase en su agenda como docente e investigador universitario lo que era necesario, sobre lo que era conveniente, incluso aunque ello representase trabas para efectos de su trayectoria docente universitaria. Prueba de ello lo constituye la manera como, habiendo probado previa y sobradamente sus capacidades de elaborar artículos científicos publicables en revistas referadas y válidos para incrementar sus credenciales, se abocó casi por completo a la producción de un sinnúmero de documentos de divulgación pública, documentos como sus invalorables “Notisismos” que con frecuencia pasmosa nos regalaba y que eran hechos esencialmente pensando en el ciudadano de a pie, ese que no lee revistas científicas, pero a quien, en definitiva, era necesario hacer llegar el mensaje. 
Durante su última década de trabajo activo Jaime, quizás un poco cansado de las debilidades, la hipocresía y la indiferencia institucional para con el riesgo de desastres que tanto le apasionaba,  asumió como un apostolado al trabajo directo con las comunidades en riesgo, particularmente en aquellos espacios en donde más se evidenciaba la  marginalidad, la pobreza y la condición de estar sumidas en escenarios inaceptables de riesgo local. Son de antología las anécdotas de sus andanzas junto al Prof. Carlos Ferrer, a lo largo y ancho de los andes venezolanos, y que lo llevaron a desarrollar alianzas y establecer acuerdos de trabajo con líderes vecinales, consejos comunales, bandas armadas, azotes de barrio, etc., y quienes increíblemente Jaime convencía sobre la necesidad de reconocer y trabajar en función de reducir su exposición a eventos adversos.     
Jaime fue siempre una persona integral, equilibrada, e incapaz de negarse a apoyar desinteresadamente a quien lo necesitaba. Con Jaime no solo compartimos la pasión por la reducción del riesgo, también compartimos nuestros gustos por el Rock, por  algunas lecturas, por la practica musical – Jaime era un excelente baterista -, y en general por la vida y sus cosas. En el marco de la rectitud de su proceder, Jaime ostentaba un estado físico envidiable. Sus hazañas como ciclista de montaña eran muy destacadas, y esa pasión por el deporte y su salud integral hacían que su edad fuese siempre indeterminable. Es por ello,  esa profunda sensación de contradicción e incredulidad que nos invadió cuando nos enteramos de la nefasta enfermedad que lo aquejó durante estos últimos años. Una enfermedad que enfrentó estoica y gallardamente, junto a su esposa Floralba, su hija Klaudia, sus hermanos y familiares más cercanos, una enfermedad que sin duda constituyó la batalla más dura que le tocó enfrentar, y que culminó finalmente el pasado domingo cuando este ser extraordinario voló en paz a seguir sus tareas en otro plano.

Adiós Commander. Mil gracias por todo lo que nos dejaste. Ve armándonos la agenda de lo que haremos juntos una vez que te alcancemos… Por lo pronto seguiremos aquí, haciendo  todo lo que esté a nuestro alcance por sostener tu obra y respetar tu legado.  


lunes, 4 de mayo de 2015

Jaime Laffaille: ¿No será que las casas inundan los ríos?


El domingo 3 de mayo se apagó la vida de un merideño excepcional: Jaime Laffaille. Sí, merideño porque aunque nacido en otras tierras supo integrarse a la genética de Mérida en una comunión tan cercana que como era de esperarse termina en una franca unidad sobre la tierra que tanto revisó, al derecho y al revés. Era físico, sismólogo, desastrólogo. Pero todo ese conocimiento lo reinterpretó para hacerlo accesible a los neófitos en placas, fallas y magnitudes.



 Jaime no desperdiciaba ocasión para aclarar  lo que representa para Mérida y Venezuela vivir en un territorio sísmico. Un sismólogo que se esforzó por bajar el conocimiento hasta el ciudadano de a pie / Foto: YD


Adelfo Solarte


Un buen día invitaron a Jaime Laffaille a dar una charla sobre terremotos en un apartado pueblito merideño. Ocupado como estaba y atareado por sus muchos responsabilidades, no se le ocurrió nada mejor que decir que sí. Fue al pueblito y vino como quien regresa de una conferencia de la ONU, con cara de labor cumplida.
Jaime era así: llano, franco, accesible…Disponible. Para él era tan importante atender una preocupación vecinal en una junta de condominio espantada porque “ayer tembló y el edificio se meció mucho”, hasta un cónclave de expertos convocado por la Fundación venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis) o cualquier otro ente científico.
Sencillamente decir que no, no era parte de su repertorio de respuesta cuando había la necesidad de informar, decir las cosas, aclarar dudas.
En gran medida los proyectos de Jaime estaban inspirados en una urgencia por compartir conocimientos. Desde aquella intención de darle vida al Ceapris (luego Fundapris) hasta sus artículos, publicaciones y uso de las redes con empeño de esmerado comunicador del riesgo.
Jaime Laffaille siempre estaba allí. Era voz oportuna, claridad ante temas que a veces preferimos no tocar porque implican asumir duras responsabilidades políticas, sociales, económicas y humanas. Y es que como experto en gestión del riesgo de desastres, Jaime sabía que había que poner el dedo en la conciencia pública sobre lo que nos jugamos sino asumimos la prevención, la reducción del riesgo, la comprensión de las amenazas, la naturaleza de nuestras vulnerabilidades.
Atando datos científicos, mezclados con una original y muy acertada forma de exponer nuestra naturaleza humana y nuestros rasgos culturales, Jaime recorrió la historia sísmica de Venezuela y se asomó a eventos tan notorios como el Terremoto y Tsunami de Japón del 2011 para ver en estos acontecimientos, las claves del comportamiento humano ante los fenómenos que expresan el sentir vivo del planeta.
Hablaba de crecidas, de derrumbes, de terremotos, de volcanes y huracanes, de sequías e inundaciones, de crecidas y tornados. Pero nunca habló mal de la Tierra. Siempre dejó en claro que la culpa de los desastres era la suma de nuestra inconsciencia como sociedad pero también de actos con nombres y apellidos que nada tenían que ver con la mala suerte u otras responsabilidades divinas.
Jaime Laffaille se despidió un domingo 3 de mayo de 2015 de Mérida, su telúrico hogar. Se fue el hombre- físico pero quedan sus historias contadas con el mismo rostro de mirada limpia y sonrisa  abierta. De ahora en más, Mérida necesitará leer y darle sentido a cada una de sus historias.




Una vez Jaime se preguntó cómo representar visualmente el riesgo. Con esta imagen lo logró. /Foto: JL



Un Notisismo para aprender

Una de las mejores ventanas para conocer el empeño de Jaime Faffaille por contar de manera interesante, entretenida y creativa aquellos episodios históricos que marcan nuestra actual situación sísmica es el famoso espacio Notisismo. Allí, como diría el mismo, se “echaba el cuento” para que todos entendieran. Lo genial era que esto lo hacía sin perder el dato riguroso, el número exacto, la fuente apropiada. Estaba hecho para aprender. Aquí dejamos la dirección:

 http://www.cecalc.ula.ve/blogs/notisismo