lunes, 7 de diciembre de 2015

MÉRIDA / Cinco claras lecciones que nos va dejando la tormenta sísmica

Las ODDI han sido una respuesta institucional para canalizar parte de las acciones de respuesta ante la cadena de eventos sísmicos.

Hemos pasado por sustos y desesperación. Nos hemos reunido como hacía tiempo no lo hacíamos: hemos escuchado con atención infinita, las explicaciones de los expertos como si fuésemos niños pequeños impresionados con un cuento de hadas. Este noviembre será recordado como el mes de los sismos y tal vez como el inicio de una relación más madura de los merideños con el territorio que hemos escogido para vivir.

Adelfo Solarte
adelfo.solarte@gmail.com

Muchas son las lecciones, contundentes, que nos han dejado los recientes eventos sísmicos que se han sucedido en Mérida, casi sin interrupción, desde el pasado 7 de noviembre. Con dos sismos magnitud 5.1, cerca de 20 con magnitudes superiores a 4, y cientos de pequeños movimientos, en verdad ha habido poco tiempo para bajar la guardia de la atención a lo que está pasando.
Ya se había mencionado en este mismo espacio informativo que Mérida se ha convertido en “un gran aula sísmica”. Veamos cinco de las lecciones que nos dejan los temblores hasta ahora y que develan algunas de nuestras fortalezas y debilidades ante la condición de estado sísmico que nos toca aceptar, entender y atender.

LECCIÓN 1 / El temor como motor

Pues sí: del salto de la cama en la madrugada, por aquel temblor del 7 de noviembre, a decenas de reuniones gubernamentales y ciudadanas, es evidente que el miedo ha sido convertido en acciones. La idea ahora es echarle el combustible de la sostenibilidad a todas estas iniciativas.

LECCIÓN 2 / Mérida sí se mueve

Pese a la prédica de los expertos (sismólogos, geólogos, físicos, geógrafos) que durante décadas nos han recordado la naturaleza sísmica de Mérida, nada mejor que los propios temblores para dejar en claro esa información. Mérida sólo nos dijo: “sí, me muevo y mucho”.

LECCIÓN 3 / No hay adivinos

Algo sí ha quedado ratificado por los expertos, en todos los escenarios en los que les ha tocado hablar: no es posible predecir cuándo va a ocurrir un terremoto. Sí alguien lo supiera, ya tendría un premio Nobel. Ante esa incertidumbre, hay que tomar previsiones.

LECCIÓN 4 / Pero de que viene, viene

Mérida no está enferma de temblores. Esa es más bien una condición. Igual le pasa a Caracas, Cumaná, San Cristóbal y otras ciudades de Venezuela y del mundo. La historia ha mostrado que se han dado terremotos en el estado Mérida y por lo tanto el futuro nos reserva un nuevo encuentro sísmico importante.

LECCIÓN 5 / Las réplicas son campanadas

Otra cosa dicen los que saben: no necesariamente una tormenta sísmica tiene como capítulo final un terremoto. Ha habido varios de estos también llamados “enjambres” en nuestra historia y no siempre incluyen “uno grande”. Pero dicho esto, sería por lo demás imprudente no tomar acciones ante una situación tan activa como la actual.


El tema de la preparación de un kit de seguridad ha estado en el discurso de todos. Muchos se han animado a armarlo y tenerlo a la mano.

¿Qué esperar de nosotros mismos?

A la par que los habitantes de Mérida, como estado, vamos digiriendo los temblores, se plantean retos importantes para todos los sectores: de los gobernantes se aspira una conciencia más clara de lo que significa la gestión de riesgos ante desastres, como germen político inserto en la hoja de prioridades. De los expertos, una aún mayor acción extramuros, como transmisores directos de los saberes hacia la ciudadanía. Y a las comunidades, la misión de no darle cabida a la ignorancia y al olvido que constituyen el abono de los verdaderos desastres.



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