martes, 2 de junio de 2015

Mérida: las crecidas que nos marcaron

La semana pasada en este espacio pusimos la mirada en el elemento memoria. Es decir, en recodar aquello que la historia nos ha dejado como ejemplo de desastres. En esa ocasión el tema sísmico ocupó ese ejercicio de recordación. Hoy lo hacemos con tres eventos hidrometeorológicos que, conjugados con nuestras condiciones geográficas, se erigen como las crecidas que nos marcaron.


Un aspecto de los efectos de las crecidas generadas por  la vaguada de febrero de 2005 sobre el Valle del Mocotíes.


Adelfo Solarte

“Si hiciéramos el ejercicio de pensar cuál es la fuente primaria de la vulnerabilidad, cuál es el origen primario del que emanan todas las demás vulnerabilidades, pudiéramos atrevernos a sugerir que las fuentes de éstas descansan en la ignorancia y el olvido. Una ignorancia que nos impide saber cómo convivir mejor con el territorio que ocupamos y sus dinámicas, y un olvido que impide que asimilemos las lecciones que en nuestros países han dejado los desastres del pasado”.
Así lo explicaba, llano y claro, el doctor Alejandro Liñayo, experto en el tema de la gestión del riesgo, ex Viceministro de Protección Civil y fundador del Centro de Investigación en Gestión Integral del Riesgo (Cigir). Liñayo se refería a esos dos males que inciden en la recurrencia de los desastres: la ignorancia y el olvido.
En cuanto al olvido, recordar, refrescar, hacer memoria, puede ser una buena medicina, sobre todo en aquellas partes del mundo en la que es más o menos cíclica la ocurrencia de desastres.
Mérida, por ejemplo, posee una configuración geográfica que la hace susceptibles a los llamados movimientos de masas. Si además tomamos en cuenta el factor lluvia, tendremos razones para suponer que es muy alto el riesgo ante desastres del tipo hidrometeorológicos.
Así ha pasado varias veces en nuestra historia reciente. Mencionamos tres de esos eventos, a los cuales no debemos olvidar, so pena de caer de nuevo en el dolor.



Número 1/ TRAGEDIA DEL VALLE DEL MOCOTÍES
El 11 de febrero del año 2005 se produjeron fuertes precipitaciones a lo largo de la costa norte de Venezuela y la región andina con mayor incidencia en el estado Mérida.
Acá en Mérida, ya algunas comunidades habían manifestado su preocupación con anterioridad ante las fuertes precipitaciones que sucedían.
Las vías terrestres hacia Caracas (La Autopista Rafael Caldera, la carretera trasandina, entre otras), comenzaron a manifestar deterioro rápidamente debido a escombros que obstaculizaban la superficie.
Alrededor de las nueve de la noche bajó un alud que cubrió todas las carreteras y zonas circundantes, múltiples ríos se desbordan, provocando que la zona quedará totalmente incomunicada por varios días ya que las condiciones atmosféricas no permitirían el ingreso de helicópteros de la Fuerza Aérea Venezolana.
Durante varios días toda la zona del Valle del Mocotíes estuvo incomunicada y empezaron a conocerse balances intermitentes de lo que sucedía. No obstante, una vez conocido el impacto de las crecidas, se confirmó la muerte de centenares de personas. Se llamó la Tragedia del Mocotíes aunque fue la comunidad de Santa Cruz de Mora la más afectada. Tovar, San Francisco, Bailadores, Zea también fueron gravemente afectadas por estas crecidas. Es, sin duda, el mayor desastre sufrido en el estado Mérida en las últimas décadas.


NUMERO 2 / CRECIDA DE PUEBLO LLANO Y SANTO DOMINGO

El día lunes 3 de junio del año 2003 buena parte del páramo merideño sufrió la que se dio luego en llamar tragedia de Pueblo Llano y Santo Domingo,  ocurrida precisamente un 3 de junio, cuando, en horas de la madrugada, una crecida torrencial arrasó con varias viviendas en algunas  comunidades parameras, dejando más de 30 muertos, varios desaparecidas y cuantiosas pérdidas materiales.


La capital del municipio Cardenal Quintero, Santo Domingo, y zonas aledañas, vivieron una tragedia el 3 de junio del año 2003, producto de crecidas torrenciales.

San Pedro desapareció


Otra de las tragedias que mayor impacto han tenido en suelo merideño ocurrió esta vez hacia la Zona Panamericana, espacio geográfico sujeto a frecuentes inundaciones y crecidas en épocas de lluvias. En la zona de  San Pedro, el río del mismo nombre se desbordó en el año 1987. Se estima que 50 personas murieron ahogadas en esa tragedia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario