domingo, 29 de septiembre de 2013

ANÁLISIS / Gestión de riesgos y libertad de opción



Por: Adelfo Solarte

El español Fernando Savater, uno de los más reconocidos filósofos de nuestros días, suele colocarnos contra las cuerdas con sus diáfanas reflexiones sobre temas de naturaleza profunda. La libertad, por ejemplo.
En su famoso texto Ética para Amador, Savater explica que los seres humanos “podemos decir sí o no, quiero o no quiero”, ya que  “nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios”. Es  decir - siempre con Savater - a diferencia de cualquier otra especie, los seres humanos podemos optar  por algo que no esté en el programa.
La libertad se traduce, pues, en alternativas, caminos, opciones, colocadas delante de nuestras vidas y de las que somos libres de elegir. Ahora bien, Savater aclara que pese a que es cierto que “no podemos hacer cualquier cosa que  queramos”, también es cierto que  “no estamos obligados a querer hacer una sola cosa”.
El filósofo nos orienta en este punto y nos precisa dos facetas de la libertad: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido, cumplir año en tal fecha, padecer de cáncer) sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados). Lo otro es que esa libertad nos abre la posibilidad de intentar “algo” pero no tiene nada que ver con el hecho de lograr ese “algo” de forma indefectible.
Por lo tanto, una forma para poder sacar el mayor provecho de nuestra libertad es mejorar nuestra capacidad de acción, según plantea Savater. Y de forma simpáticamente didáctica lo explica así: “Soy libre de  querer subir al Monte Everest pero dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo, es prácticamente imposible que consiguiera mi objetivo”. El filósofo concluye esa parte de su disertación recalcando que si bien hay  cosas que dependen de nuestra voluntad (y eso es ser libre), “si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra  lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré  de ser libre… aunque me escueza”.
La libertad, en suma, es consustancial al ser humano y aunque plantea la posibilidad del equívoco, podemos capacitarnos para elegir la opción, el camino, más conveniente para nosotros. Esa libertad es, a fin de cuentas, una opción ética.
Y ya que Savater habla de caminos y alternativas, en un aparte del sabroso libro “Auge, caída y levantada de Felipe Pinillo, mecánico y soldador o yo voy a correr riesgo” (Guía de la red para la gestión local del riesgo), el abogado y comunicador colombiano Gustavo Wilches-Chaux presenta a la gestión del riesgo precisamente como “el camino hacia el desarrollo sostenible”. O, para decirlo de otra forma, un buen camino, el que nos conviene.
Wilches-Chaux pone como telón de fondo el tema de la libertad que tiene la sociedad actual en cuanto a   tomar la "decisión" sobre la ruta que deba seguir un proceso en la disyuntiva peligro-oportunidad.
En este contexto de decisiones, el comunicador colombiano no deja  dudas de que cualquier alternativa, acertada o cuestionable, “está en manos de los actores sociales”. Por eso recalca el hecho de que  si el proceso opta por una u otra dirección, no dependerá  “de factores ‘automáticos’ o espontáneos,
sino de las aptitudes (capacidades) y actitudes (conductas) de quienes en un momento dado y desde una u otra posición, son los protagonistas del proceso”.
Termina planteando Wilches-Chaux  que la gestión del riesgo es “una herramienta de decisión y de administración (…) una herramienta que permite convertir las amenazas y los factores de vulnerabilidad en oportunidades de cambio positivo: pasar del riesgo global a la sostenibilidad global”.

Sé que no lo hicieron, pero Savater y Wilches-Chaux  parece que se hubiesen puesto de acuerdo para decirnos que cualquier escenario que no se nos venga encima  es de única y exclusiva responsabilidad humana. Suya, mía…de todos.

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